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Mostrando entradas de enero, 2019
Me gusta la lluvia de chaparrones, de las que bailas abajo y caminas con gusto con paraguas o sin. De las acompañadas de melancolía, las que invitan a mate o incluso vino. Pero más me gusta en medio de la ruta, o en la orilla del océano. Ahí, donde no hay material que impida su vista. Donde es más que catástrofe y por doquier es infinita fuerza invadiendo cualquier espacio. Me gusta así, siendo exquisita con x e ita. Ahí en la nada, a una respiración del fin y a dos del inicio. Que un rayo me parta, y por un rato me truene el alma. Cielo apocalíptico, agua que cae y se levanta. Aquí, la tormenta diciendo que no somos nada. Humanos. Nada más que humanos, jugando siempre a ser los dueños de todas las goteras.

Mauro IV

      -    Estaba en un yate, uno de los más lujosos del mundo. Bueno, no sé que tan lujoso porque en realidad no conozco mucho de yates… pero este, este era absolutamente lujoso. No, ni preguntes, no te puedo decir que marca o que calibre o lo que sea que tengan los barcos porque te estaría mintiendo. Vos sabes que soy un tipo sincero, que no me gusta mentir. No me hagas esa cara. Bueno, no importa, el tema es que mi amigo estaba ahí. Se sentía feliz, calmado ¿Viste? Como te sentís cuando estas de vacaciones. Imagínate, el pobre trabaja todo el tiempo, no tiene un segundo de paz, además todos los problemas con su familia que si te empiezo a contar de eso no terminamos nunca… Bueno, mil cosas, el tema es que ahí, en ese momento estaba feliz. Y eso que estaba en el océano, en medio del océano, de la nada misma y no sabe nadar. Una de las paradojas de la vida ¿No? Que uno este tan feliz y a la vez tan perdido. Che, que me vine profundo hoy. Estoy dando muchas vueltas ¿Puede ser? -