Me gusta la lluvia
de chaparrones,
de las que bailas abajo
y caminas con gusto
con paraguas o sin.
De las acompañadas de melancolía,
las que invitan a mate
o incluso vino.

Pero más me gusta en medio de la ruta,
o en la orilla del océano.
Ahí,
donde no hay material que impida su vista.
Donde es más que catástrofe
y por doquier es infinita fuerza
invadiendo cualquier espacio.

Me gusta así, siendo exquisita
con x e ita.
Ahí en la nada,
a una respiración del fin
y a dos del inicio.

Que un rayo me parta,
y por un rato me truene el alma.
Cielo apocalíptico,
agua que cae y se levanta.

Aquí,
la tormenta diciendo que no somos nada.

Humanos.

Nada más que humanos,
jugando siempre
a ser los dueños de todas las goteras.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Hasta cuándo?

Voces

Día 8: